miércoles, 11 de febrero de 2009

APRENDER A DESEAR


Me anunciaron algo como un secreto, y ese secreto era la ley de atracción. Cuando uno habla de “atracción”, inmediatamente piensa en romanticismo, en parejas, en besos. Y es en este punto en el que las cosas cambian. “Atracción” tiene que ver con metas, con logros, con sentirse realizado y ser feliz.
Realmente pienso que algo nos pasó: no entiendo por qué quedó relegada, como un secreto, la fórmula para desear y realizar. A veces pienso que hasta nos hemos prohibido desear. Desear felicidad, desear salud, desear conocer nuevos lugares, ser próspero, y amar con locura. Como si dijéramos: “eso no es para mí, yo no puedo”.
Creo que lo que uno desea con el alma, es lo que tiene que ser. Por supuesto, hay pasos a seguir. Estos pasos no son tediosos, ni imposibles, ni aptos sólo para los iluminados que viven en la cueva más remota del Tibet. ¡No! Son los pasos que podemos dar siempre, aún si ayer me olvidé, o tuve un mal día.
Lo primero es tomar conciencia de mi mismo. Encontrarme y reconocerme. Pensar en aquello que siempre quise. No hay trabas. Nadie me va a decir esto está bien, esto está mal, o que aquello “no es para vos”. Aceptar o no las trabas de afuera, y los bloqueos internos, depende de cada uno. Somos capaces de crear círculos viciosos que nos atan sin piedad. Y de nosotros depende la increíble sensación de abrir los ojos, la conciencia y la mente, y decir “esto no me ayuda, lo dejo de lado, y miro hacia adelante”. O sea, crear “círculos virtuosos”.
Porque lo único que me puede ayudar es escuchar mis sueños, encontrar mis deseos, descubrir mis metas. “Querer”, pedir. Y, en este punto, no puedo evitar recordar: “pidan, que se les dará”. Así de simple.
Encontrarse, abrir los ojos, pedir, y dejar que el universo actúe.
Muchas veces aquello que tanto queríamos no llegó. Tal vez iba a llegar en otro momento. O a lo mejor, nunca. Y ahí nos consolamos, pensando que no tenía que ser, que ese no era nuestro camino.
A lo mejor fue así, pero si nosotros nos conocimos, y escrudiñamos cada rincón de nuestra alma, el camino lo conoceremos muy bien, asique no habrá motivo para que no se dé aquello que anhelamos.
¿Pero qué pasa si realmente sabemos que nuestra vida será incomparablemente mejor si cumplimos determinado deseo, lo pedimos, y tampoco se cumple? Simplemente debemos comprender que no lo pedimos convencidos de merecerlo.
La ley de la atracción quiere que confiemos. Que confiemos en nosotros y en el universo. Porque no somos un accidente, ni estamos aquí y ahora por azar. Que el mundo está complicado, no me caben dudas. Pero hay una fuerza que nos ampara, y así como la ley de gravedad atrae objetos por magnetismo, la ley de atracción vuelve posible nuestros sueños.
Conocernos, desear con el corazón, soltar y confiar. ¿Por qué? Porque todos tenemos una misión que cumplir, y es muy importante que pongamos nuestra pieza en el enorme rompecabezas del universo. Y porque no estamos acá para sufrir, sino para ser felices, amarnos, y devolver felicidad a nuestro medio. El amor es una energía creadora. Y en este mundo queda mucho por crear.
Fuente: : Silvina M. Negrete

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